Creada originalmente por Haideé Iglesias
El no es un viejo árbol, ni está muerto mas, quiero utilizar su esbelta delicadeza desnuda para compartir con vosotros, todos vosotros, este poema de za-zen encontrado en un libro que el universo me regaló en este mes de enero.
El viejo árbol muerto en el corazón de la montaña
El viejo árbol muerto en el corazón de la montaña
precipita su cuerpo
hacia lo más profundo del abismo sin fondo.
Limado por el viento,
lavado por la lluvia,
desmembrado por la tempestades,
ha padecido mil inviernos.
Sólo la esencia del árbol subsiste.
Aunque lo dividamos con el hacha,
no encontraremos su esencia.
El árbol es espléndido.
Sin embargo, carece de flores, hojas y ramas,
no tiene ni corteza ni savia.
Está completamente seco, acumuló
la esencia de su experiencia secular.
El dojo zen también se llama dojo del árbol muerto.
¿Qué quiere decir esto?
Detenerlo todo, abandonar cualquier pensamiento consciente
sin finalidad, sin deseo de convertirse en dios,
sin bien ni mal.
Za-zen es el árbol muerto,
no una técnica del bienestar ni una carrera social,
está más allá, mucho más allá.
Quiere horadar las nubes, como la cima de la gran montaña.
La vida del hombre es como un océano,
rizado a veces por la brisa, a veces una cordillera de agua,
pero sólo algunas olas llegan al poderoso acantilado.
Los hombres no ven desde la playa más que el flujo y reflujo de las aguas,
sus ojos no llegan al gran océano.
Tras el canto del mirlo,
la montaña parece aún más silenciosa.
Creer, practicar, experimentar aquí y ahora
la vieja, eterna verdad, en toda su frescura,
tal es el espíritu del Zen.
Taisen Deshimaru