haideé iglesias
Recuerdo una historia:
Un rey solía ir cada noche a la ciudad para dar una vuelta a ver cómo iban las cosas. Por supuesto, iba disfrazado. Sintió curiosidad por un hombre joven y muy hermoso, que siempre estaba en píe bajo un árbol, a un lado de la calle, el mismo árbol todas las noches. Finalmente, lo venció la curiosidad, el rey detuvo su caballo y le preguntó al hombre:
–¿Por qué no te vas a dormir?
El hombre respondió:
–La gente va adormir porque no tiene nada que guardar, y yo tengo tantos tesoros que no puedo ir a dormir, los tengo que vigilar.
El rey le dijo:
–¡Qué raro!, no veo ningún tesoro.
El hombre le dijo:
–Esos tesoros están en mi interior, no los puedes ver.
El rey convirtió en una rutina detenerse allí todos los días, porque el hombre era bello, y, todo lo que decía, lo hacía quedarse pensando durante horas. El rey se apegó tanto a este hombre, se interesó tanto por él, que empezó a creer que era realmente un santo, porque los tesoros que, de verdad, guardaba eran la conciencia, el amor, la paz, el silencio, la meditación y la iluminación; no puede dormir, no puede permitirse dormir. Sólo los mendigos pueden permitírselo…
La historia había comenzado sólo por curiosidad, pero, poco a poco, el rey comenzó a respetar y a honrar al hombre casi como a un guía espiritual. Un día le dijo:
–Sé que no vendrás conmigo al palacio, pero pienso en ti todos los días . Vienes tantas veces a mi mente que me gustaría que fueras mi huésped en mi palacio.
El rey estaba pensando que no accedería –tenía la antigua idea de que los santo renuncia al mundo–, pero el joven le dijo:
–Si me echas tanto de menos, ¿por qué no me lo habías dicho antes? Trae otro caballo, y te acompañaré.
El rey comenzó a sospechar: "¿Qué clase de santo es éste, que está tan dispuesto?". Pero ya era demasiado tarde, ya la había invitado. Le dio la mejor habitación en el palacio, que estaba reservada sólo a los huéspedes excepcionales, emperadores. Y pensó que el hombre la rechazaría, que diría: "soy un santo, no puedo vivir en este lujo". Pero no dijo nada de esto, Él dijo: "Muy bien".
El rey no pudo dormir en toda la noche, y pensó: "Este tipo me ha engañado: no es un santo ni nada de eso". Dos o tres veces fue a mirar por la ventana; el santo estaba dormido. Y nunca había estado dormido, estaba de pie debajo del árbol. Ahora no estaba vigilando. El rey pensó: "He sido engañado. Éste es un auténtico estafador".
El segundo día comió con el rey –deliciosos manjares, sin austeridad–, y disfrutó de la comida. El rey le ofreció nuevas ropas, dignas de un emperador, y le gustaron. Y el rey pensó: "Ahora, ¿cómo me libro de este tipo?". En sólo siete días el rey se cansó, pensaba: "Éste es un charlatán, me ha engañado".
El séptimo día le dijo a aquel extraño tipo:
–Te quiero hacer una pregunta.
Y el extraño le respondió:
–Conozco tu pregunta. Querías haberla hecho hace siete días, pero sólo por cortesía, por educación, la reprimiste; te he estado observando. Pero no te contestaré aquí. Puedes hacerme la pregunta, y luego nos iremos a dar un largo paseo a caballo, y elegiré el lugar correcto para contestarte.
El rey dijo:
–De acuerdo. Mi pregunta es: ¿cuál es la diferencia ahora entre tú y yo? Estás viviendo como un emperador, oreo solías ser un santo. Ahora ya no eres un santo.
El hombre dijo:
–¡Prepara los caballos!
Salieron, y el rey le recordó muchas veces:
–¿Hasta dónde vamos a ir? Respóndeme.
Finalmente alcanzaron un río que era la línea fronteriza de su imperio. El rey dijo:
–Ya hemos llegado hasta mi frontera. Al otro lado está el reino de otra persona. Éste es un buen lugar para responder.
Él le dijo:
–Si, me voy. Puedes llevarte los dos caballos o, si quieres puedes venir conmigo.
El rey dijo:
–¿A dónde vamos?
El santo dijo:
–Mi tesoro está conmigo. Vaya donde vaya, mi tesoro estará conmigo. ¿Vienes conmigo o no?
El rey dijo:
–¿Cómo voy a ir contigo? Mi reino, mi palacio, todo el trabajo de mi vida está detrás de mi.
El extraño se echó a reír y le dijo:
–¿Ves ahora la diferencia? Yo puedo estar desnudo debajo de un árbol, o puedo vivir en un palacio como un emperador, porque mis tesoros vienen conmigo. No hay ninguna diferencia si hay un árbol o un palacio, así que puedes regresar, yo me voy al otro reino. Ahora ya no merece la pena quedarse en tu reino.
El rey se arrepintió. Se postró a los pies del extraño y le dijo:
–Perdóname. Estaba pensando cosas equivocadas de ti. Eres de verdad un gran santo. No ta vayas y me dejes así: si no, esta herida me dolerá toda la vida.
El extraño dijo:
–No tiene importancia; puedo regresar contigo. Pero quiero que estés alerta. En cuanto lleguemos al palacio, surgirá en tu mente de nuevo la pregunta. Por eso, es mejor que me dejes ir. Te puedo dar algún tiempo para pensar. Puedo regresar. Para mi no hay ninguna diferencia. Pero para ti es mejor que me vaya del reino; es mejor. De esta forma por lo menos creerás que soy un santo. Si regreso al palacio, empezarás de nuevo a dudar: "Este hombre es un estafador". Pero si insistes, estoy listo. Puedo irme otra vez después de siete días, cuando vuelva a pesarte demasiado la pregunta.
(Leída en un libro acerca de Osho)
Esto lo dejó un "anónimo". Ya me explico más abajo...
ResponderEliminar"Thank you for sharing your thoughts. I truly appreciate your efforts and I will be
waiting for your next write ups thank you once again.
Have a look at my site:"
Traducido por google:
"Gracias por compartir tus pensamientos. Realmente aprecio sus esfuerzos y seré
la espera de sus próximos comentarios escritos gracias una vez más.
Echa un vistazo a mi sitio:"
Este es uno de los comentarios que aparecen en la cuenta de correo electrónico que está asociada a este blog. Aparece si, como dejado en esta entrada, a habido otros en otras entradas, y que no está cuando miro en ella, o en las otras. Así pues, se sigue manipulando y mintiendo. Al igual que hay otro correo en el dice que yo he querido entrar en facebook cuando no entro en ella desde hace tiempo. Mucho empeño pone en crear miedo en mi aquel que no puede dejar de vivir en el miedo el mismo. Proyecciones. Y... pretende decir... estoy aquí... ¿amenazando? Tanto da. Mejor comprendía que todo ese despliegue le arruina personalmente y le quita energía, y le mata. Si, le mata. Uno siempre es su peor enemigo, decía alguien... Mas... también puede ser su mejor amigo, y algo mejor, ser y estar libre :)))
Por supuesto no pongo la dirección que iba asociada al comentario del anónimo en la que pretende vender algo. Cómo si fuera anónimo... Tanto repetirse le convierte a uno en muy predecible... claro que hay tantos que se repiten e imitan... No hay amor en todas estas personas... sólo interés mercantilista... yo te doy, pero a cambio... si, mentes mercantilistas... de amor nada... Pero.... ahí está, latiendo... constantemente... sólo hace falta escuchar... escuchar... escuchar...
¡Buen día! :)))