En un escenario. ¿Por qué?

haideé iglesias

Observamos tan atentamente unas cosas y se nos pasan por alto tantas otras... ¿por qué actuar desde un pedestal cuando la verdad no se encuentra en lo conceptual? ¿Por qué dejar vagar los pensamientos sin apercibirnos de cuantas mentiras habitan en ellos? ¿Por qué ese empeño en negarse a uno mismo la felicidad? 

Escenarios perdidos. Raigambres sin cuestionar. Dolores rememorados porque nos hacen sentir que algo aún está vivo. Desconocimiento. Hiperinformación. Soledad. Pérdida de identidad. 

Exitos que conducen a la muerte. Nosotros mismos somos los principales generadores de la esclavitud de los demás, tanto como de la nuestra. Adicciones no reconocidas nos embaucan generando infelicidad en quienes decimos amar. 

Todo por subirse a un escenario. Todo porque uno no ha sido amado. Todo porque uno necesita a los demás para poder sentir que es algo, alguien. Escenario de muerte. Pedestal que no está más que en la confusa memoria colectiva, espejismo que nos creemos por faltarnos el valor de decir la verdad. ¿Cómo exigir a los demás lo que no podemos dar? Ciegos vivimos, señalando siempre a los demás sin mirar de cerca que es lo que yo estoy haciendo que no me deja vivir en paz. El mundo es el reflejo de aquello que pensamos, porque tal como pensamos vivimos. 

No sabemos amar a nadie, sencillamente porque no sabemos que es amar. ¿Quién te ha dejado alguna vez ser, sin más? ¿Qué significa ser, sin más? ¿Podrías explicármelo? 

Aprender a amar comienza por la propia muerte, la muerte de todas las creencias en las que nos sustentamos fingiendo ser el bueno cuando tengo tanto miedo a que todos se den cuenta de lo mucho que quiero ocultar. Y amar no es generar dependencia en los demás hacía uno mismo para no sentirme en soledad.
Aprovecharse de la soledad de los demás escondiendo la propia es generar más soledad.

No hay comunicación cuando está nace de la necesidad. Sencillamente porque es imposible escuchar al otro cuando lo único que se necesita es que le escuchen a uno.  Pero no se dice. Se finge que todo va bien. Que todo es perfecto. ¿Cómo es que todo está  tan bien si la sociedad está funcionando tan mal? ¿O es que uno piensa que una cosa es lo que uno vive y otra bien distinta lo que viven los demás?. Nada está separado. Así como vives, así se traduce en tu proximidad y también en la universalidad. No comprender la interdependencia es la que nos aboca a los mismas dificultades una y otra vez. Samsara, si.
Emociones bullendo cual agua en una olla a presión. Presión que explotará en pequeños pitidos de aviso. Mas, si no se apaga el fuego, explotará. Dentro de uno mismo o hacía los demás. Demás que no tienen ninguna responsabilidad de la incapacidad que uno tiene de comprender porqué se siente tan mal. Y violencia o agresividad, manifiesta o sutil, que no consigue más que generar más soledad y dificultad para comunicar. Samsara, si. ¿Comprendes lo relevante  de conocerse muy bien a uno mismo? No hay ningún capricho en insistir en que nos conozcamos en profundidad, y si la sabiduría de quién, al conseguirlo, sabe cuanta ofuscación puede generar. Así vive gran parte de la sociedad. Ofuscada y dolida. Tremendamente dolida y poniendo barreras que no hacen más que generar soledad. ¡Tanta soledad y miedo!
Más no toda la sociedad vive así de inconsciente. Benditos sean estos que alcanzan a ver más allá. En ellos está la puerta que dará entrada a la vida. Vida que nos entrega constantemente la Naturaleza con generosidad. Aprendamos de ella. Y si se ha de morir, con sincera entrega al momento. Transito necesario. Con alegría y sin miedo.

En un escenario se dibujan sombras que se borrarán en la próxima función. En un escenario del que se ha de bajar. Subir y bajar. Crear un personaje para un escenario y luego bajarse de él para representar otros muchos. ¿Cuál de esos personajes se es? Todos y ninguno. Sólo una constante expresión del movimiento. Movimiento que ya no necesita por qués...