Creada originalmente por Haideé Iglesias
Siempre se oye la frase hecha: "el caracol va con la casa a cuestas".
Muy pocos se preguntan el porqué de que los caracoles formen parte de la vida. Y algunos de los que lo hacen es para destrozar al caracol en un laboratorio. Pocos como investigación de campo.
La mayoría siente asco de tocarlos o verlos en las verduras. De hecho a día de hoy es una excepción encontrarte uno en alguna lechuga o cualquier otra verdura de hoja. ¿Por qué será? ¿Será porque vivimos queriendo ignorar lo que nos alimenta? ¿Se te a ocurrido pensar que aquello que mata a los caracoles –tan molestos ellos, pobres– también te mata a ti? Ah, pero es mejor cerrar los ojos, o mejor aún criticar lo mal que lo hacen todos sin ponerte a cambiar tú en nada. El dicho "ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio" significa que no queremos asumir lo que nosotros hacemos mal dedicándonos por ello a la arrogante actitud de mirar que es lo que los otros hacen mal. ¿Mal? ¿Te has parado a mirar que es lo que estás haciendo mal tú? Ah, pero esto duele, y como duele me safo proyectado sobre cualquier otro – en este caso el caracol, otra veces será un ser humano– antes de aprender a modificar mis absurdos comportamientos, los cuales siempre hacen daño, algo que no quiero asumir. Curioso porque por un lado nos consideramos buenas personas, y por otro tenemos tanto miedo a profundizar en nosotros por la sencilla razón de que tememos descubrir que no somos tan buenos. Otra paradoja servida en bandeja. Neuróticos perdidos. ¿Acaso te molesta que se te llame neurótico? ¿Te has preguntado antes si realmente no te estaré diciendo algo que es cierto? ¿O también te duele despertar del mundo de fantasía en el que vives? ¿O acaso estás proyectando de nuevo pensando que yo no estoy en mi sano juicio?
Somos unos grandísimos ignorantes, de ahí nuestro arrogante comportamiento ante la naturaleza, y como no, con nuestros semejantes.
Otro comportamiento habitual es dejar que un niño incomode al caracol, o cualquier otro ser vivo, con la argumentación –justificándote– de que es un niño y está jugando. ¿Se te a ocurrido enseñarle a sentir lo que puede sentir el caracol? Para hacer esto primero has de sentirlo tú y, ¿lo sientes? Esto es ayudarle a tomar conciencia, ayudarle a sentir, no a ser uno más de la masa.
¿Sientes que el caracol forma parte de ti y que sois un todo inseparable? ¿O justificas que los animales no sienten nada para así no tener que tomarte la molestia de comprender más allá de lo masticado?
La casa del caracol es la naturaleza y nosotros no hacemos más que maltratar todo lo que no entre dentro de nuestro absurdo modo de vivir.
El también quiere intimidad, por esto se recoge en su concha. ¿Quiénes somos nosotros para importunarlo?
Vivimos llenos de contradicciones, pero de las absurdas –las que nos sumen en constantes paradojas– que nunca nos hacen avanzar. ¿Lo vemos? ¿Lo queremos ver?
Tenemos tanto que aprender... sobre todo humildad para saber que cualquier expresión de vida es parte de uno.
Gracias caracol :) Y al que ha leído hasta aquí, también :)))
So beautiful picture Haidee:)
ResponderEliminarHave a nice evening.
Berit.
Me encanta tu reflexión y la comparto al 100 %. el problema es que eso nunca va a cambiar cada vez vamos mas a nuestra bola dando la espalda a lo que nos rodea. Saludos.
ResponderEliminar