Creada originalmente por Haideé Iglesias
Considera tu vida y comprueba cómo has llenado su vacío a base de personas, con lo cual les has dado absoluto dominio sobre ti. Fíjate cómo ellas, con su aprobación o desaprobación, determinan tu comportamiento. Observa cómo tienen el poder de aliviar tu soledad con su compañía, de levantarte la moral con sus elogios, de hundirte en la miseria con sus críticas y su rechazo. Comprueba cómo tú mismo empleas la mayor parte del tiempo en tratar de aplacar y agradar a los demás, ya estén vivos o muertos. Te riges por sus normas, te adaptas a sus criterios, buscas su compañía, deseas su amor, temes sus burlas, anhelas su aplauso, aceptas dócilmente la culpabilidad que descargan sobre ti...; te horroriza no seguir la moda en al forma de vestir, de hablar, de actuar y hasta de pensar...
Observa también cómo, aun en el caso de que tú los controles, dependes de los demás y estás dominado por ellos.
De tal manera han llegado a ser las personas parte de tu propio ser que ni siquiera te resulta imaginable vivir sin sentirte afectado o controlado por ellas. De hecho, ellas mismas te han convencido de que, si alguna vez llegaras a independizarte de ellas, te convertirías en una solitaria, desierta e inhóspita isla. Sin embargo, es justamente todo lo contrario, porque ¿cómo puedes amar a alguien de quien eres esclavo? ¿Cómo puedes amar a una persona sin la cual eres incapaz de vivir? A lo más, podrás desearla, necesitarla, depender de ella, temerla y ser dominado por ella. Pero el amor sólo puede darse en la falta absoluta de temor y en la libertad.
¿Cómo puedes alcanzar esa libertad? Efectuando un ataque contra tu dependencia y tu esclavitud en un doble frente. (Yo diría: "efectuando una estrategia a favor de tu libertad" mas, entiendo lo que dice) Ante todo, en el frente de la consciencia. Es casi imposible ser dependiente, ser esclavo, cuando uno constata una y otra vez el absurdo de su dependencia. Pero la consciencia puede no ser suficiente para una persona "adicta" a los demás- Por eso es preciso –y éste es el segundo frente– que cultives aquellas actividades que te gustan. Debes descubrir qué es aquello que haces, no por la utilidad que te reporta, sino porque quieres hacerlo. Piensa en algo que te guste hacer por sí mismo, independientemente de que te salga bien o no, de que te elogien o dejen de elogiarte por ello, de que te procure o no el afecto y el reconocimiento de los demás, de que los demás lo sepan y te lo agradezcan o dejen de hacerlo... ¿Cuántas actividades hay en tu vida en las que te embarcas simplemente porque te producen gozo y te atraen irresistiblemente? Trata de descubrirlas y cultivarlas, porque son tu pasaporte hacia la libertad y el amor.
Probablemente, también en esto te han "comido el coco" con el siguiente razonamiento consumista: "Disfrutar de un poema, de un paisaje o de una pieza musical es una pérdida de tiempo, lo que debes haces es producir tú mismo un poema, una composición musical o una obra de arte. Pero incluso el simple producir es de escaso valor en si mismo; tu obra debe ser, además, conocida. ¿De qué vale, si nadie la conoce? Más aún: aunque sea conocida, no significa nada si no se gana el aplauso y el reconocimiento de la gente. ¡Tu obra sólo alcanzará el máximo valor en cuanto sea popular y se venda! Ya estás de nuevo en manos de los demás y sometido a su control... Y, según ellos, el valor de una acción no radica en que sea algo querido y disfrutado por sí mismo, sino en que tenga éxito.
El "camino real" hacia el misticismo y la realidad no pasa por el mundo de las personas, sino por el mundo de las acciones emprendidas por sí mismas, sin buscar, ni siquiera indirectamente, el éxito, la ganancia o la utilidad. Contrariamente a lo que suele creerse, la terapia para la falta de amor y la soledad no consiste en la compañía, sino en el contacto con la realidad. En el momento en que toques dicha realidad, sabrás lo que son la libertad y el amor. La libertad respecto de las personas... y, consiguientemente, la capacidad de amarlas.
No debes pensar que, para que el amor brote en tu corazón, tienes primero que conocer a las personas. Eso no sería amor, sino atracción o compasión. Sí es amor, en cambio, lo primero que nace en el corazón al contacto con lo real. No es amor por una determinada persona o cosa, sino la realidad del amor; una actitud, una disposición de amor. Y este amor irradia entonces al exterior, hacia el mundo de las cosas y las personas.
Si deseas que este amor exista en tu vida, debes liberarte de tu dependencia interna respecto de las personas, tomando conciencia de ella y emprendiendo actividades que te guste realizar por sí mismas.
Anthony de Mello
Una entrada realmente interesante. Te hace pensar algo que quienes nos gobiernan procuran que no hagamos. Saludos.
ResponderEliminarser libre, sentirte libre, amar...
ResponderEliminarEl amor como la libertad, es un sentimiento, se siente. No se da ni se toma, se siente, va implícito en tus acciones...
buenooooo! no paras, eh? :-)
un abrazo (..si, si! maestra!)
Una entrada que invita a la reflexión y una música con mucho swing... Un abrazo, Haideé.
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