lunes, 29 de noviembre de 2010

Donde hay luz no puede haber oscuridad


Creada originalmente por Haideé Iglesias

Os sugiero que leáis la entrada con mucho detenimiento.
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"La esencia magnífica abarca a todos los mundos y a todas las criaturas, buenas y malas. Y es la verdadera unidad. Entonces, ¿cómo puede conciliarse el antagonismo del bien y del mal? En realidad, no existe antagonismo, porque el mal es el trono del bien."

Baal Sem Tob


"La verdad es amarga, venga de donde venga. Destruye todas las ilusiones con las que nuestro yo trata una y otra vez de salvarse. La verdad es dura y cortante y se presta mal a los ensueños sentimentales y al engaño de uno mismo.
En el Sandokai, uno de los textos básicos del zen, se lee:

Luz y oscuridad
están frente a frente.
Pero la una
depende de la otra
como el paso de la pierna izquierda
depende del paso de la derecha.

En el Verdadero libro de las fuentes originales podemos leer la siguiente: "Prevención contra las buenas obras". Yang Dshu dice: "El que hace el bien no lo hace por la gloria, pero la gloria es su consecuencia. La gloria no tiene nada que ver con la ganancia, pero reporta ganancia. La ganancia no tiene nada que ver con la lucha, pero la lucha va con ella. Por lo tanto, el justo se guarda de hacer el bien".
Sabemos qué gran reto supone cuestionar el principio, considerado ortodoxo, de hacer el bien y evitar el mal. También sabemos que este tema forzosamente suscita temor, un temor que el individuo conjura aferrándose convulsivamente a las normas que han regido hasta ahora. [...]
De Buda se cuenta que cuando un joven acudió a él con la súplica de que lo aceptara como discípulo, Buda le preguntó: "¿Has robado alguna vez?" El joven le respondió: "Nunca". Buda dijo entonces: "Pues ve a robar y, cuando hayas aprendido, vuelve".
El versículo 22 del Shinjinmei, el más antiguo y sin duda el más importante texto del budismo zen, dice así: "Si queda en nosotros la más mínima idea de la verdad y el error, nuestro espíritu sucumbirá en la confusión". La duda que divide las polaridades en elementos opuestos es el mal, pero es necesario pasar por ella para llegar a la convicción. Para ejecutar nuestro discernimiento, necesitamos siempre dos polos pero no debemos quedarnos atascados en su antagonismo, sino utilizar su tensión como impulso y energía en nuestra búsqueda de la unidad. El ser humano es pecador, es culpable, pero precisamente esta culpa lo distingue ya que es prenda de su libertad.
Nos parece muy importante que el individuo aprenda a aceptar su culpa sin dejarse abrumar por ella. La culpa del ser humano es de índole metafísica y no original en sus actos; la necesidad de tener que decidirse y actuar es la manifestación física de la culpa. La aceptación de la culpa libera del temor a la culpabilidad. El miedo es encogimiento y represión, actitud que impide la necesaria apertura y expansión. Se puede escapar del pecado esforzándose por hacer el bien, lo cual siempre tiene que pagarse con el repudio del polo opuesto. Esta tentativa de escapar del pecado por las buenas obras sólo conduce a las falta de sinceridad.
Para alcanzar la unidad hay que hacer algo más que huir y cerrar los ojos. Este objetivo nos exige que, cada vez más conscientemente, veamos la polaridad en todo, sin miedo, que reconozcamos la conflictividad del Ser, para poder unificar los opuestos que hay en nosotros. No se nos manda evitar sino redimir asumiéndolo. Para ello es necesario cuestionar una y otra vez la rigidez de nuestros sistemas de valoración, reconociendo que, a fin de cuentas, el secreto del mal reside en que en realidad no existe. Hemos dicho que, por encima de toda polaridad, está la Unidad que llamamos "Dios" o "la luz".
En un principio la luz era la Unidad universal. Apartes de la luz no había nada, o la luz no hubiera sido el todo. La oscuridad no aparece sino con el paso a la polaridad,, cuyo fin es única y exclusivamente el de hacer reconocible la luz. Por consiguiente, las tinieblas son el producto artificial de la polaridad, para hacer visible la luz en el plano de la conciencia polar. Es decir, la oscuridad sirve a la luz, es su soporte, es lo que lleva la luz, y no otra cosa significa el nombre Lucifer. Si desaparece la polaridad, desaparece también la oscuridad, ya que no posee existencia propia. La luz existe; la oscuridad no. Por consiguiente, la tantas veces citada lucha entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de la tinieblas no es tal lucha, ya que el resultado siempre se sabe de antemano. La oscuridad nada puede contra la luz. La luz, por el contrario, inmediatamente convierte la oscuridad en luz –por lo cual la oscuridad tiene que rehuir la luz para que no se descubra su inexistencia.
[...] Vamos a suponer que tenemos una habitación llena de luz y que en el exterior de la habitación reina la oscuridad. Por más que se abran puertas y ventanas para que entre la oscuridad, ésta no oscurecerá la habitación sino que la luz de la habitación la convertirá en luz. Si abrimos las puertas y ventanas, también esta vez la luz transmutará la oscuridad e inundará la habitación.
El mal es un producto artificial de nuestra conciencia polar, al igual que el tiempo y el espacio, y es el medio de aprehensión del bien, es el seno materno de la luz. El mal, por tanto, es el pecado, porque el mundo de la dualidad no tiene finalidad y, por lo tanto, no posee existencia propia. Nos lleva a la desesperación, la cual, a su vez, conduce al arrepentimiento y a la conclusión de que el ser humano sólo puede hallar su salvación en la unidad. La misma ley rige para nuestra conciencia. Llamamos conciencia a todas las propiedades y facetas de las que una persona tiene conocimiento, es decir, que puede ver. La sombra es la zona que no está iluminada por la luz del conocimiento y, por lo tanto, permanece en la oscura, es decir, desconocida. Sin embargo, los aspecto oscuros sólo parecen malos y amenazadores mientras están en la oscuridad. La simple contemplación del contenido de la sombra lleva luz a las tinieblas y basta para darnos a conocer lo desconocido.
La contemplación es la fórmula mágica para adquirir conocimiento de uno mismo. La contemplación transforma la calidad de lo contemplado, ya que hace la luz, es decir, conocimiento, en la oscuridad. Los seres humanos siempre están deseando cambiar las cosas y , por ello, les resulta difícil comprender que lo único que se pide al hombre es ejercitar la facultad de contemplación. El supremo objetivo del ser –podemos llamarlo sabiduría o iluminación– consiste en contemplarlo todo y reconocer que bien está como está. Ello presupone el verdadero conocimiento de uno mismo. Mientras el individuo se sienta molesto por algo, mientras considere que necesita ser cambiado, no habrá alcanzado el conocimiento de sí mismo.
Tenemos que aprender a contemplar las cosas y los hechos de este mundo sin que nuestro ego nos sugiera de inmediato un sentimiento de aprobación o repulsa, tenemos que aprender a contemplar, con el espíritu sereno, los múltiples juegos de Maja (o Maya). Por ello, en el texto zen que hemos citado se dice que toda noción acerca del Bien y el Mal puede traer la confusión a nuestro espíritu. Cada valoración nos ata al mundo de las formas y preferencias. Mientras tengamos preferencias no podremos ser redimidos del dolor y seguiremos siendo pecadores, desventurados, enfermos. Y subsistirá también nuestro deseo de un mundo mejor y el afán de cambiar el mundo. El ser humano sigue, pues, engañado por un espejismo: cree en al imperfección del mundo y no se da cuenta de que sólo su mirada es imperfecta y le impide ver la totalidad.
Por tanto, tenemos que aprender a reconocernos a nosotros mismos en todo a ejercitar la ecuanimidad. Buscar el punto intermedio entre los polos y desde él verlos vibrar. Esta impasibilidad es la única actitud que permite contemplar los fenómenos sin valorarlos, sin un Sí o un No apasionados, sin identificación. Esta ecuanimidad no debe confundirse con la actitud que comúnmente se llama indiferencia, que es una mezcla de inhibición y desinterés. A ella se refiere Jesús al hablar de los "tibios". Ellos nunca entran en conflicto y creen que con la inhibición y la huida se puede llegar a ese mundo total que quien lo busca realmente no alcanza sino a costa de penalidades, puesto que reconoce lo conflictivo de su existencia, recorriendo sin temor conscientemente, es decir, aprehendiendo, esta polaridad, a fin de dominarla. Porque sabe que, más tarde o más temprano, tendrá que aunar los opuestos que su yo ha creado. No se arredra ante las necesarias decisiones, a pesar de que sabe que siempre elegirá mal, pero se esfuerza en no quedarse inmovilizado en ellas.
Los opuestos no se unifican por si solos; para poder dominarlos, tenemos que asumirlos activamente. Una vez nos hallamos imbuido de ambos polos, podremos encontrar el punto intermedio y desde aquí empezar la labor de unificación de los opuestos. El renunciamiento al mundo y el ascetismo son las reacciones menos adecuadas para alcanzar este objetivo. Al contrario, se necesita valor para afrontar conscientemente y con audacia los desafíos de la vida. En esta frase la palabra decisiva es "conscientemente", porque sólo la conciencia que nos permite observarnos a nosotros mismos en todos nuestros actos puede impedir que nos extraviemos en la acción. La valoración "Bueno" y "Malo" contempla siempre qué hace la persona. Nosotros sustituimos esta contemplación por la pregunta de "cómo la persona hace algo". ¿Actúa conscientemente? ¿Está involucrado su ego? ¿Lo hace sin la implicación de su yo? Las respuestas a estas preguntas indican si una persona se ata o se libera con sus actos."

Extracto del libro "La enfermedad como camino"
Autores Thorwald Dethelefsen y Rüdiger Danlke.

*** *** ***
Algunos de vosotros actuáis como si ya tuvierais mucho conocimiento de vosotros mismos y también en referencia al ámbito emocional. Pero actuar como si, no os hace seres iluminados y conscientes. Sólo es una máscara, de las muchas, que Maya utiliza para seguir jugando el juego de las tinieblas. Además que esta actitud habla de una ausencia total de humildad. Pretender que leyendo libros o artículos, o párrafos, uno ya comprende la polaridad y ha conseguido llegar a la Unidad es de una ingenuidad casi delirante, por no decir absolutamente delirante, lo cual está más cercano a la locura que a la salud.
En fin, de decisiones se trata. Allá cada uno con las suyas. Con cada decisión se construye la vida, pero no sólo la suya, sino la de todos aquellos con los que conecta, que es absolutamente todo. En el Noble Óctuple Sendero de Buda se aclara muy bien el significado de la intención. Si ésta está contaminada por pensamientos y emociones sin reconocer, esto es lo que se va a plasmar en tú vida, en sus vidas.
Qué la luz llegue a vuestros corazones y mentes.

Cuando te deshaces de la sombra sólo queda belleza, sólo queda Amor.
Amar Siempre Gana :)))

5 comentarios:

  1. Preciosas y muy interesantes fotos abstractas, me encantan tus conceptos y la forma de plantear las composiciones. Saludos

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  2. SUPER-SUPERINTERESANTE. ES PARA LEERLO DESPACITO OTRA VEZ. ASI LO HARÉ. ES UN GRAN APRENDIZAJE INTERIOR, SI UNO PUEDE INTERNALIZARLO!!!!!!!!!!!!1 LA IMAGEN DE LA ENTRADA ES GENIAL!!!!!!!!!!!!!!!!!!! FELICITACIONES DE CORAZON!!!!!!!!!!!! UN GUSTO VOLVER YA QUE ME HABIA TOMADO UN LARGO DESCANSO!
    ABRAZO

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  3. Me gusta mucho la foto esa explosión de luz y color.
    Magnifico comentario, lo leeré otra vez con más sosiego para sacarle todo el jugo.

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  4. Genial lo que estas haciendo levantas un corazón dolido seguiré leyendo.
    Un abrazo

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  5. OK plusX por las fotos.
    En cuanto a los textos, soy fotógrafo, sólo veo sombras, medios tonos. lo de las luz y la oscuruidad suele ser una metáfora de lo que en general e inmediatamente es y deviene no siendo. Sólo me interesa lo que de la luz está y no está

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Qué el amor ilumine tu inteligencia y abra tu corazón para que las palabras que pronuncies conviertan el mundo en un lugar mejor :)
Sin mentir, encontrarás la luz del amor con más facilidad.
Siente la vida, siéntete a ti mismo, y di lo que sientes, sintiendo lo que dices
La paz es el camino y la humildad sus pies -.-

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