miércoles, 20 de julio de 2011

De la ambigüedad de la esperanza (Erich Fromm)


En este estudio he tratado de demostrar que el hombre prehistórico, que vivía en bandas cazando y recolectando, se distinguía por un mínimo de destructividad y un máximo de cooperación y compartición, y que sólo al aumentar la productividad y la división del trabajo, formarse en gran excedente y grandes estados con jerarquías y élites, aparecen la destructividad y crueldad en gran escala y crecen en la medida en que crecen la civilización y el papel del poder.


¿Ha aportado este estudio argumentos válidos en favor de la tesis de que la agresión y la destructividad pueden volver a asumir el papel mínimo en el tejido de las motivaciones humanas? Así lo creo, y espero que lo crean también muchos lectores.


En tanto es la agresión biológicamente dada en los genes humanos, no es espontánea, sino una defensa contra los peligros que amenazan a los intereses del hombre, los de su crecimiento y la supervivencia de la especie. Esta agresión defensiva era relativamente menor en ciertas condiciones primitivas... cuando ningún hombre representaba un gran peligro para ningún otro. Después, el hombre ha evolucionado extraordinariamente. Es legítimo imaginar que el hombre completará el ciclo y construirá una sociedad en que nadie esté amenazado; ni el niño por el padre, ni el padre por su superior, ni una clase social por otra, ni ninguna nación por una superpotencia. Lograr esto es enormemente difícil por razones económicas, políticas, culturales y psicológicas, más la dificultad adicional de que las naciones del mundo adoran ídolos –diferentes ídolos– y por eso no se entienden entre sí, aunque entiendan sus lenguas. Es locura olvidar esas dificultades, pero el estudio empírico de los datos demuestra que hay una posibilidad real de edificar ese mundo en un futuro previsible si se suprimen esos caballos de Frisa políticos y psicológicos.


Las formas malignas de agresión, por otra parte –sadismo y necrofilia– no son innatas; de ahí que puedan reducirse sustancialmente si se remplazan las condiciones socioeconómicas por otras favorables al cabal desenvolvimiento de las verdaderas necesidades y facultades del hombre, al desarrollo de la actividad original humana y de la facultad creadora objetivo propio, del hombre. La explotación y la manipulación producen aburrimiento y trivialidad, mutilan al hombre, y todos los factores que hacen del hombre un lisiado psíquico lo vuelven también sádico o destructor.


Esta posición será calificada por algunos de "superoptimista", "utópica" o "nada realista". Con el fin de apreciar los méritos de estas críticas parece necesario estudiar la idea de la esperanza y la índole del optimismo y del pesimismo.


Supongamos que estoy planeando una salida al campo para el fin de semana y que es dudoso que el tiempo sea bueno. Puedo decir que "soy optimista" en lo tocante al tiempo. Pero si mi hijo está gravemente enfermo y su vida pende de un hilo, decir "soy optimista" parecería extraño a la gente sensible, porque en este contexto la expresión suena desapegada y distante. Sin embargo, no podéis decir "estoy convencido de que mi hijo vivirá", porque en esas circunstancias no hay base realista para estar convencido.


¿Qué puedo decir entonces?



Creadas originalmente por haideé iglesias


Las palabras más adecuadas serían tal vez "tengo fe en que se salvará el niño". Pero "fe", a causa de sus implicaciones teológicas, no es una palabra para nuestros días. No obstante, es la mejor que tenemos, porque la fe entraña un elemento muy importante: mi ardiente deseo de que el hijo viva, y por ende que yo hago cuanto me es posible porque sane. No soy más un observador, separado del niño, como en el caso del ser "optimista". Soy parte de la situación que observo, estoy comprometido; mi hijo, acerca del cual yo, "sujeto", hago un pronóstico, no es un "objeto"; mi fe radica en mi relación con el hijo; es una mezcla de conocimiento y participación. Naturalmente, esto sólo es cierto si por fe entiendo "fe racional" (E. Fromm, 1947), basada en la clara conciencia de todos los datos relevantes y no, como la "fe irracional", ilusión basada en nuestros deseos.


El optimismo es una forma de fe enajenada, el pesimismo una forma de desesperanza enajenada. Si uno reacciona de verdad en forma favorable al hombre y su futuro, o sea con interés y "responsabilidad", sólo puede hacerlo, con la fe o la desesperanza. La fe racional, como la desesperanza racional, se basa en el conocimiento crítico y profundísimo de todos los factores relevantes para la supervivencia del hombre. La base de la fe racional en el hombre es la presencia de una posibilidad de que se salve; la base de la desesperanza racional sería el conocimiento de que no podía advertirse tal posibilidad.


En este contexto es necesario poner de relieve un punto. La mayoría de las personas están perfectamente dispuestas a denunciar por nada realista la fe en el mejoramiento del hombre, pero no reconoce que la desesperación no es más realista. Es fácil decir que el hombre siempre ha sido un asesino, pero no es exacto, porque al decir eso no se toma en cuenta el intrincamiento de la historia de la destructividad. Es igualmente fácil decir que el deseo de explotar a los demás es parte de la naturaleza humana, pero al decirlo también se desdeñan (o deforman) los hechos. Para resumir, decir que "la naturaleza humana es mala" no es ni un ápice más realista que decir que "la naturaleza humana se buena". Decir lo primero es sin embargo mucho más fácil; quien desea demostrar la maldad del hombre halla partidarios mucho más pronto, porque ofrece a cada quien una coartada para sus propios pecados... y al parecer no arriesga nada. Pero la difusión de la desesperanza irracional es en si destructiva, como toda falsedad, porque desanima y confunde. La predicación de una fe irracional o el anuncio de un falso Mesías apenas son menos destructivos, porque seducen y después paralizan.


La actitud de la mayoría no es de fe ni de desesperanza sino, por desgracia, de total indiferencia al futuro del hombre.Con quienes no son totalmente indiferentes, la actitud es de "optimismo"o "pesimismo". Los optimistas son los que creen en el dogma de la continua marcha del "progreso" Están acostumbrados a identificar los logros humanos con las conquistas de la técnica, la libertad humana con la libertad respecto de la coerción directa y la libertad del consumidor de escoger entre los muchos artículos que se hacen pasar por diferentes. La dignidad, la cooperación, la generosidad del primitivo no les impresionan, sólo las hazañas de la técnica, la riqueza, la dureza. Siglos de dominio sobre las gentes técnicamente atrasadas de color diferente han dejado su sello en la mente de los optimistas. ¿Cómo podría un "salvaje" ser humano e igual, no digamos superior, a los hombres que pueden ir a la luna... matar a millones de seres vivos pulsando un botón?


Los optimistas viven bastante bien, al menos por ahora, y pueden permitirse el "optimismo". O así lo creen, porque están tan enajenados que ni siquiera los afecta verdaderamente la amenaza al futuro de su nietos.


Los "pesimistas" no son en verdad muy diferentes de los optimistas. Viven no menos cómodamente y no se comprometen más que ellos. El destino de la humanidad les preocupa tan poco como a los optimistas. No se desesperan, porque si se desesperan no vivirían, ni podrían vivir, tan contentos como viven. Y mientras su pesimismo funciona en gran parte para proteger a los pesimistas respecto de toda exigencia interior de que hagan algo proyectando la idea de que no puede hacerse nada, los optimistas se defienden de la misma exigencia interna persuadiéndose de que todo funciona debidamente de todos modos y que por lo tanto, no es necesario hacer nada.


La posición que defendemos en esta obra es la de fe racional en la capacidad del hombre para salvarse de lo que parece red fatal de circunstancias, que él creo. Es la posición de quienes no son "optimistas" ni "pesimistas", sino radicales, extremistas que tienen una fe racional en la capacidad del hombre para evitar la catástrofe final. Este radicalismo humanista se dirige a las raíces y por tanto a las causas, quiere liberar al hombre de las cadenas de las ilusiones; postula que son necesarios cambios fundamentales no sólo en nuestra estructura económica y política sino también en nuestros valores, en nuestra concepto de las metas del hombre y en nuestra conducta personal.


Tener fe significa osar, pensar lo impensable, pero obrar dentro de los limites de las posibilidades reales; es la esperanza paradójica de esperar al Mesías todos los días pero no descorazonarse porque no llegue cuando creíamos. Esta esperanza no es pasiva ni paciente; al contrario, es impaciente y activa, y busca toda posibilidad de acción dentro del campo de las posibilidades reales. Y donde es menos pasiva es en lo relativo al desenvolvimiento y la liberación de nuestra propia persona. Claro está que se oponen graves cortapisas, determinadas por la estructura social, al desenvolvimiento personal. Pero esos supuestos radicales que aconsejan que no es posible ni siquiera deseable ningún cambio personal en la sociedad actual emplean su ideología revolucionaria para excusar su personal resistencia al cambio interno.


La situación del genero humano es demasiado seria actualmente para permitirnos escuchar a los demagogos –y menos a los demagogos que atraen la destrucción–,ni siquiera a los dirigentes que sólo trabajan con el cerebro y que necesitan fortalecer su corazón. El pensamiento radical y crítico sólo dará frutos si se mezcla con la cualidad más preciosa que tiene el hombre, el amor a la vida.


Erich Fromm "Anatomía de la destructividad humana".

5 comentarios:

  1. hermoso artículo, y muy oportuno para nuestros tiempos.

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  2. ¡Hola! juan carlos: si, la lucidez de Fromm es una buena ayuda para no quedarnos dormidos. Y más aquellos que siempre se quejan pero no se plantean que pueden hacer mucho más con tan sólo empezar a dar el primer paso.
    Un abrazo :)

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  3. Erich Fromm, para leer muy despacio. Su Miedo a la libertad uno de los grandes clásicos muy presente en sus escritos.

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    Respuestas
    1. Por cierto A-B-C lo antes percibía intuitivamente, hoy lo veo en tu comentario... too repit, si... de la misma cosecha que en la entrada la mosca...
      Lo dicho... el pulso silencioso... no hay manera de enmascararlo...

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    2. ... lo que antes... Si, la intuición sigue... por eso capta la falta de atención en la que vives... que ya me he dado cuenta de que no es porque yo no preste atención...
      Mas, está bien que suceda, así lo soluciono.
      Gracias pues :)

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Qué el amor ilumine tu inteligencia y abra tu corazón para que las palabras que pronuncies conviertan el mundo en un lugar mejor :)
Sin mentir, encontrarás la luz del amor con más facilidad.
Siente la vida, siéntete a ti mismo, y di lo que sientes, sintiendo lo que dices
La paz es el camino y la humildad sus pies -.-

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