viernes, 29 de julio de 2011

Escuchemos. Carta del jefe indio Seatle


“¿Cómo podemos comprar a vender el cielo?

¿Cómo podemos comprar o vender el calor de la tierra?

Esta idea nos parece absurda.

Si la pureza del aire y el murmullo

del agua no nos pertenecen,

¿cómo podemos venderlos?

Para mi pueblo no hay ni un solo

rincón de esta tierra que no sea

sagrado.

Una aguja de pino que brilla,

una orilla arenosa,

una ligera bruma

entre nuestros

oscuros bosques,

todo esta vivo ante los ojos y

en la memoria de mi pueblo.

La savia que sube por el árbol

lleva en ella misma la memoria

de los Pieles Rojas.

Cada pradera, cada insecto, es

algo sagrado para la memoria y la conciencia

de mi pueblo.


Formamos parte de la tierra y ella forma parte

de nosotros.

Esta agua cristalina que baja por los ríos y

Los arroyos, no es sólo agua; es también la sangre de nuestros

Antepasados.

Si os vendemos esta tierra, deberíamos enseñar a

vuestros hijos que es sagrada.



Creadas originalmente por haideé iglesias

¿Cómo explicaros que el murmullo de ese agua es la

voz del padre de mi padre…?


Si os vendemos nuestra tierra, deberéis amarla

Como nosotros lo hemos hecho y cuidarla igual que nosotros,

Tratando a todos los animales de

La tierra como a hermanos.

Pues si todo desapareciese, el hombre moriría

en una gran soledad espiritual.

Todas las cosas se hallan vinculadas entre sí.

Enseñad a vuestros hijos lo mismo que les hemos

enseñado a los nuestros sobre la tierra: que la tierra es

nuestra mejor madre y que todo lo que le

llega a la tierra, nos llega a nosotros y a los niños de la

tierra.


Si el hombre escupe a la tierra, se escupe a

si mismo.

Nosotros sabemos que la tierra no pertenece

al hombre, sino el hombre a la tierra.”


Y el anciano, preguntándose por su destino, acababa así

su carta al hombre blanco.


“A nosotros, este destino terrestre nos resulta

de lo más extraño. No podemos comprender por qué

se han exterminado a todos los bisontes, por qué

los caballos salvajes han sido domesticados, ni por

qué los lugares más recónditos de nuestros

bosques están impregnados con el olor de los

hombres.

Tampoco entendemos por qué nuestras grandes colinas

se hallan saturadas por “hilos que hablan” que estropean

su hermosa vista.


¿Qué ha sido de nuestras malezas? Han desaparecido.

¿Qué ha sido del águila? También ha desaparecido.


Esto es el final de la vida y el principio de la

supervivencia”.

2 comentarios:

  1. Es de una sabiduría tan sencilla que parece de perogrullo. Cada vez que lo leo me salta el corazón y me emociono sintiendo la certeza de que es como el dice.
    Un abrazo de tierra.

    ResponderEliminar

Qué el amor ilumine tu inteligencia y abra tu corazón para que las palabras que pronuncies conviertan el mundo en un lugar mejor :)
Sin mentir, encontrarás la luz del amor con más facilidad.
Siente la vida, siéntete a ti mismo, y di lo que sientes, sintiendo lo que dices
La paz es el camino y la humildad sus pies -.-

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