miércoles, 17 de julio de 2013

Diferencia entre pesar y culpa

haideé iglesias


El pesar consiste ante todo en una constatación de hechos. Es una muestra de inteligencia y motor de transformación. Permite reconocer los errores y desear no repetirlos. Incita a reparar el daño hecho cuando es posible. Si hemos causado pesadumbre a alguien, el recuerdo de ese acto y el pesar que engendra nos ayudan a evitar herir de nuevo a esa persona. Por paradójico que pueda parecer, el pesar es totalmente compatible con el optimismo, puesto que va acompañado de un deseo de transformación y ayuda a considerar la situación actual un punto de partida en el camino que permite convertirse en un ser mejor. Como dice un proverbio: "Hoy es el primer día del resto de la vida".
El sentimiento de culpa es totalmente distinto. Es estéril y constituye una fuente inútil de dolor. El pesar se concentra en un acto concreto: "He hecho una cosa horrible", mientras que el sentimiento de culpa, aunque lo desencadena un acto concreto, invade la totalidad del ser. "Soy una persona horrible". Se traduce en una desvalorización de uno mismo y en una duda sobre la capacidad de transformarse, de hacer las cosas que vale la pena hacer. Combinado con el pensamiento, el sentimiento de culpa nos persuade de que acarreamos el peso de una falta ineludible y merecemos, además de nuestros propios reproches, la censura de los demás. El desánimo e, incluso, la desesperación que semejante estado de ánimo provoca impiden realizar un análisis lúcido y no contribuyen en absoluto a reparar los daños o los sufrimientos que se hayan podido causar.
¿Podemos evitar experimentar un profundo sentimiento de culpa cuando somos responsables de la muerte de una persona en un accidente, por ejemplo? Hay que saber aceptar la responsabilidad de los propios actos. Es normal sentir tal pesar que estaríamos dispuestos a dar la vida si pudiéramos volver atrás y evitar la muerte que hemos provocado. Pero no sirve de nada dudar de la posibilidad de hacer tanto bien como mal hemos causado. Si el daño es reparable, dediquémonos a repararlo. Si no lo es, que dé un giro radical nuestra vida: en lo sucesivo, pongámonos al servicio de los demás.
Culturalmente, en Occidente el sentimiento de culpa se halla influido por el pecado original. En otro contexto cultural, sobre todo en Oriente, se considera que la "única cualidad de una falta reside en el hecho de que puede ser reparada". No hay en nosotros nada fundamentalmente malo. Se tiende más a hablar de "bondad original": cada ser posee en lo más profundo de sí mismo un potencial de perfección, que si bien puede quedar velado, nunca es abolido ni se pierde. Por ello, las faltas y los defectos son accidentes, desviaciones que se pueden corregir y que no degradan en absoluto dicho potencial. En consecuencia, hay que afanarse en sacarlo a la luz en lugar de lamentarse sobre las manchas que lo ocultan. 

Mathieu Ricard

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Sin mentir, encontrarás la luz del amor con más facilidad.
Siente la vida, siéntete a ti mismo, y di lo que sientes, sintiendo lo que dices
La paz es el camino y la humildad sus pies -.-

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