viernes, 28 de junio de 2013

Los frágiles rostros de la identidad

haideé iglesias

La noción de "persona" incluye la imagen que tenemos de nosotros mismos. La idea de nuestra identidad, de nuestra posición en la vida, se halla anclada en la mente e influye de forma constante en nuestras relaciones con los demás. Cuando una conversación toma un mal cariz, no es tanto el tema de la conversación lo que nos incomoda como el cuestionamiento de nuestra identidad. Cualquier palabra que amenaza la imagen que tenemos de nosotros mismos nos resulta insoportable, mientras que el mismo calificativo aplicado a otro, en circunstancias diferentes, apenas nos afecta. Si uno tiene una imagen fuerte de sí mismo, intentará constantemente asegurarse de que es reconocida y aceptada. No hay nada más doloroso que verla puesta en duda. 
Pero ¿qué valor tiene esa identidad? Es interesante recordar que "personalidad" viene de persona, que en latín significa "máscara". La máscara "a través de" (per) la cual el actor hace "resonar" (sonat) su papel. Mientras que el actor sabe que lleva una máscara, con frecuencia nosotros olvidamos distinguir entre el papel que representamos en la sociedad y nuestra naturaleza profunda.
A veces conocemos a personas en países lejanos, en condiciones más o menos difíciles, como un trekking o una travesía por mar. Durante esos días de aventura compartida tan sólo cuentan nuestros compañeros de viaje en ese preciso momento, cuyo único equipaje son las cualidades y los defectos que manifiestan en el curso de las peripecias vividas juntos. Poco importa entonces "quienes" son, la profesión que ejercen, la importancia de su fortuna o su categoría social. Cuando esos compañeros se encuentran de nuevo, en la mayoría de los casos la espontaneidad ha desaparecido porque cada uno ha vuelto a ponerse su "máscara", ha recuperado su papel y su posición social de padre de familia, pintor de brocha gorda o empresario. Se ha roto el encanto. La espontaneidad se ha desvanecido. Esta profusión de etiquetas falsea las relaciones humanas porque, en lugar de vivir lo más sinceramente posible, los acontecimientos de la vida, nos comportamos con afectación para preservar nuestras imagen. 
Normalmente, tememos abordar el mundo sin referencias y nos da vértigo cuando llega el momento de que caigan las máscaras y los calificativos: si ya nos soy músico, escritor, funcionario, culto, guapo o fuerte, ¿quién soy? Sin embargo, no llevar ninguna etiqueta es la mejor garantía de libertad y la manera más flexible, ligera y alegre de pasar por este mundo. No ser víctima de la impostura del ego no nos impide en absoluto, sino todo lo contrario, alimentar una firme determinación de alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto y disfrutar en cada instante de la riqueza de nuestras relaciones con el mundo y los seres.

Mathieu Ricard

¡Feliz fin de semana! :)

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La paz es el camino y la humildad sus pies -.-

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